lunes, agosto 22, 2005
Gonzalo Rojas
CARTA DEL SUICIDA
Juro que esta mujer me ha partido los sesos,
Por que ella sale y entra como una bala loca,
Y abre mis parietales
y nunca cicatriza,
Así sople el verano o el invierno,
Así viva feliz sentado sobre el triunfo
Y el estomago lleno,
como un cóndor saciado,
Así padezca el látigo del hambre,
así me acueste
O me levante,
y me hunda de cabeza en el día
Como una piedra bajo la corriente cambiante.
Así toque mi citara para engañarme, así
Se habrá una puerta y entren diez mujeres desnudas,
Marcadas sus espaldas con mi letra, y se arrojen
Unas sobre otras hasta consumirse.
Juro que ella perdura porque ella sale y entra
Como una bala loca,
Me sigue a donde voy y me sirve de hada.
:mi:anti:poesia:y:de:otros: que decir nada
viernes, agosto 19, 2005
por fin uno mio...
" a mi hermano que espero y
desespero por ver"
He abierto ventanas y puertas
de par en par
esperando tu venida,
tu llegada
bienvenida o malvenida
que importa.
Yo por ahora te espero
con brazos abiertos
y mi corazón ardiendo...
Sabes,
te cuento,
compartiremos de esta vida
una madre tierra
un padre Viento
y un inmenso universo.
Se raudo en tu entrega
mas bien tu llegada
o venida
que te esperamos
en realidad
todos desesperamos
por verte y
entre nosotros tenerte
y al fin conocerte....
:mi:anti:poesia:y:de:otros:
miércoles, agosto 10, 2005
Oliverio Girondo
desde argentina con todo, se viene este poeta, bastante singular, que descubri en una pelicula de Eliseo Subiela, este poema me mato, me parecio una declaración de amor, un poco extraña, pero que sin duda refleja mas amor que cualquier otro poema de esos amorosillos por decirlo de algún modo. Aqui se los dejo.... NO SE ME IMPORTA UN PITO No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de sorportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme! Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa. ¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado? ¡María Luisa era una verdadera pluma! Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres... ¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. "¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte. Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo. ¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes... la de pasarse las noches de un solo vuelo! Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando. |
martes, agosto 09, 2005
Arte Poética (Vicente Huidobro)
Que el verso sea como una llave
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